Ambos viven en Madrid, por lo que tuvimos que organizar casi todo a distancia. No fue problema. Cuando tengo que pensar en una boda que lo tuvo todo, pienso en ellos.
Ella es un torbellino de energía. Él es la calma a su lado, y juntos son una combinación maravillosa. Se cuidan, SE DIVIERTEN y tienen unas familias que disfrutan de su felicidad (no os imagináis de qué forma). Su boda fue la mejor muestra de ello.
Llegaron por casualidad y llegaron para quedarse. Su boda en Hacienda El Ternero fue un cúmulo de experiencias. Las raíces filipinas de Mía estaban presentes en cada detalle, sin olvidar que estábamos en una bodega . Y no una bodega cualquiera: 360° de viñedos rodeando edificios del S. XII, XV y XVII.
Espacios Verdes plasmaron con flores silvestres todo lo que habíamos pensado para ellos, hubo música de principio a fin, un cóctel mirando a los viñedos, comida en un monasterio antiguo, Catering Echaurren dando un servicio para casi 400 comensales, un baile de las manos de Hey Mickey y todo bajo el objetivo de Patri de Patricia with Love.